Madre Sobre Protectora

PRIVADO

Madre e hijo se encontraban en medio de una calle desierta de Londres. Los edificios eran viejos, el pub parecía abandonado y los grafittis de una pared no ayudaban a mejorar el desagradable aspecto del lugar.

"Mamá, te lo vuelvo a preguntar. ¿Estás segura que es aquí?", le preguntó el muchacho a su madre.
"Charlie, te lo vuelvo a contestar. Sí, estoy segura. Según una de las tantas cartas que me han enviado del Ministerio, éste es el lugar.", le contestó Sarah sin desviar la vista del pergamino que tenía en sus manos. "¡Claro! Ahí está.", continuó la señora cuando vio una cabina telefónica roja con los vidrios rotos.

Charlie no entendía lo que estaba sucediendo. Su madre, antes de partir, le había anunciado que irían al Ministerio de la Magia, pero nunca se imaginó que este se encontraba en una calle tan sucia y desértica. Para empeorar más las cosas, Sarah se asombraba al ver aquella cabina telefónica.

"No entiendo que estás haciendo.", protestó el gordo cuando su madre le ordenó que entre en la cabina junto a ella.
"Charlie, estoy tratando de seguir las instrucciones. Por favor, cállate un segundo.", dijo Sarah para calmar a su hijo.

La cabina era muy pequeña, y los grandes cuerpos de sus dos ocupantes hacían que parezca diminuta. El futuro estudiante de Hogwarts cayó en la cuenta de que el teléfono estaba descompuesto.

"Si lo que deseas es llamar al Ministerio de la Magia, creo que esta cabina no te servirá.", comentó con un poco de ironía al señalar el aparato descompuesto.
"No, no es eso lo que busco, cielo.", contestó la madre cariñosamente, haciendo caso omiso al sarcasmo de su hijo.

Sarah guardó el pergamino en uno de sus bolsillos, tomó el teléfono y marcó los números 62442. De repente la cabina comenzó a moverse de una manera extraña. Ambos se asustaron demasiado y apretaron aún más sus cuerpos. Pudieron contemplar cómo descendían muchos metros por debajo del suelo de Londres. Charlie puedo calcular que, seguramente, se encontraban por debajo de los metros de la gran ciudad. Cuando por fin aquel extraño ascensor se detuvo, ambos muggles quedaron sorprendidos por la nueva imagen que se les presentaba ante sus ojos. El suelo consistía en una madera lujosa y brillante, que combinaban perfectamente con las maderas pulidas de las paredes. En estas había cientos de chimeneas por las cuales aparecían y desaparecían personas con túnicas muy extrañas y sombreros enormes. En el techo, de color azul eléctrico, se dejaban ver de vez en cuando runas de color dorado.
Madre e hijo comenzaron a transitar por el largo vestíbulo devolviendo de vez en cuando algunos saludos que les dedicaban. Justo en la mitad del recorrido había una gran fuente con grandes estatuas de oro. Una bruja, un mago, un centauro, un duende y un elfo constituían dicha obra de arte.

"¿Acaso estas criaturas están sueltas por doquier? Eso es una de las preguntas que haré en instantes.", pensó en voz alta Sarah, indignada por lo que se le acababa de ocurrir.
"¡Mamá! ¿Estamos acá para evacuar tus dudas?", le preguntó el chico sorprendido.

Sarah era una mujer obsesionada con el cuidado de su hijo, pero Charlie nunca imaginó que llegaría hasta tal punto. Seguramente su madre quería saber todo lo posible sobre aquel "nuevo" mundo antes de enviar a su hijo a Hogwarts.

"Charlie, todavía eres un niño. No entiendes algunas cuestiones que los adultos debemos solucionar.", lo regaño su madre, pero sin denotar enojo.

La mujer comenzó a mirar para todos lados. Era evidente que no tenía idea de cómo continuar. Su mirada se concentró en un joven y comenzó a dirigirse hacia él. Tomó la mano de su hijo y comenzó a arrastrarlo.

"Disculpe, jovencito. ¿Me podría decir dónde tengo que dirigirme si necesito llegar a las oficinas de Bienestar Familiar?", le preguntó muy amablemente Sarah al muchacho.

James se había despertado muy temprano aquella mañana. Su padre lo acompañaría al Callejón Diagon para comprar todo lo requerido en la lista para cursar su cuarto año en Durmstrang. Sin embargo, Jack le pidió que lo acompañara, previamente, al Ministerio de la Magia ya que debía solucionar algunas cuestiones sobre el colegio que él dirigía. Generalmente, su padre no le ocultaba lo que hacía como director de Durmstrang, pero aquella vez lo obligó a quedarse en el vestíbulo principal del Ministerio de la Magia. James contestó con un resoplido en forma de queja, pero sabía que no le quedaba otra opción. Vio como Jack se perdía entre la gente para luego comenzar a contemplar a la gente. James no podía creer como algunos magos se atrevían a salir de sus casas con túnicas de tan mal gusto y tan arruinadas. Justificó a aquellos magos creyendo que los magos de Londres estaban padeciendo una gran crisis económica.
Sus pensamientos fueron interrumpidos de forma abrupta cuando una mujer regordeta y vestida con ropa muggle le hizo una pregunta. James comenzó a examinarla de arriba a abajo.

- No puedo creer que hayan dejado entrar a una muggle aquí. -, pensó el joven. - Seguramente son magos que tienen la maldita costumbre de portar ropa muggle. -, se contestó inmediatamente el muchacho sin poder creer lo que veía.

James se percató que la señora iba acompañada por un pequeño. El chico era, evidentemente, su hijo. Ambos eran muy parecidos y tenían el mismo problema de sobre peso. Aquel muchacho debía tener sólo un par de años más que su hermano Ethan.

"Lo siento, señora. Vine pocas veces al Ministerio. No lo conozco demasiado.", le contestó James intentando ser amable pero sin éxito alguno.

Charlie notaba la incomodidad del otro joven. Sabía que algo ocultaba bajo su falsa amabilidad. El chico había respondido que no habituaba el Ministerio, por lo tanto no sabía el camino hacia las oficinas a las cuales debían dirigirse.

"Muchas gracias, joven. Es que... nosotros no somos magos. Realmente es fascinante lo que pueden hacer con su "magia". Es como nuestra tecnología.", comenzó a hablar la señora.

Charlie la conocía muy bien. Ahora comenzaría a hacer un monólogo extenso comparando la magia y la tecnología. Luego, detallaría las ventajas y desventajas de cada una de ellas y, finalmente, llegaría a la conclusión de que los muggles vivían mejor que los magos. Siempre terminaba su discurso diciendo que lo que ella poseía era mejor que lo de los otros. Como el gordo no quería escuchar todo lo que su madre iba a decir, la interrumpió.

"Mama, no creés que a este chico no le importan tus opiniones. Además, todavía no sabemos de todo lo que es capaz la magia.", le dijo el chico a su madre.

Aquella muggle y el futuro mago de sangre impura no habían entendido el mensaje. Era evidente que James ya no quería hablar con ellos, ya que estaba dando la vuelta para volver a darles la espalda. Sin embargo, la madre comenzó a dirigirse hacia él nuevamente. Explicó que ellos no eran magos y que le sorprendía la capacidad de la magia. También lo comparó con algo que poseían los muggles, de lo cual James no tenía ni idea. La paciencia del Cooper había llegado a su límite. Estaba a punto de insultar a la mujer y a su hijo por comparar la magia con algo que les pertenece a los mugrosos muggles. Pero no pudo hacerlo porque el gordo la interrumpió justo a tiempo. El comentario del muchacho había sido muy acertado.

"Es cierto lo que dice el pequeño.", dijo James mientras se acercaba al gordo. "Veo que no todos los muggles son huecos aquí arriba.", continuó mientras le señalaba con una de sus manos la cabeza enorme del chico.

James les dio la espalda pero continuó hablando con ellos.

"La magia es capaz de causar los peores sufrimientos en una persona, volverlo loco, despojarlo de toda felicidad, convertirlo en un muerto en vida. No la subestime, señora." , dijo con un tono de voz espeluznante.

"¿Muggles?", preguntó la madre. "¿Qué significa 'muggles'?"

Sarah parecía entusiasmada por conocer el significado de aquella palabra. Es por eso que no había entendido el insulto del joven. Sin embargo, Charlie lo había hecho. El gordo clavó su mirada en los ojos del mago. A pesar de que no había comprendido exactamente lo que quería decir, sabía que era un comentario ofensivo.
El muchacho dio media vuelta y les dio la espalda, pero siguió hablándoles. Les explicó la capacidad de la magia en cuanto a sufrimientos y pesares, terminando su frase con una recomendación de no subestimar la magia.

"Seguramente se podrá utilizar, de igual manera para el bien.", meditó el gordo en voz alta.

Charlie quería hacer pasar aquel comentario como si se le hubiera ocurrido en ese momento, pero en realidad quería demostrar que no tenía miedo a la amenaza del mago. Estaba seguro que la magia no era ni buena ni mala, eso dependía del fin para el cual era utilizada.

"¡Jaja! Obviamente no saben lo que significa.", dijo muy divertido el mago. "Muggles quiere decir que no son magos, señora. Usted es muggle. Su hijo ha tenido la fortuna de ser seleccionado para formar parte de nuestro mundo."

El objetivo de escandalizar a la señora y al pequeño no se había cumplido. O por lo menos no con el gordo. El muchacho había realizado un comentario muy acertado. Pero James no podía permitir que un pequeño mago de sangre impura se saliera con la suya. El joven asistente dio media vuelta para enfrentar al gordo y vio que este no estaba asustado.

"Lamento informarte que los magos que desean utilizar la magia para el bien, son aplastados por hechiceros poderosos que conocen el verdadero poder de la magia.", le comentó acercando cada vez mas su rostro al del pequeño.

La carcajada del mago le causó repulsión al gordo. El joven explicó el significado de aquella palabra. No parecía ser ofensiva, pero de la manera en que la usaba él, lo era.
Luego del comentario de Charlie, el muchacho dio media vuelta para enfrentarlo y mientras hablaba aproximaba su cara a la del gordo.

"No creo que eso sea cierto. Siempre el bien triunfa, en toda historia.", dijo el gordo ocultando su temor.

A pesar de que Charlie no demostraba ningún sentimiento, el miedo se estaba apoderando de su cuerpo. No sabía con quién estaba discutiendo. Podría ser un mago tenebroso y poderoso, y él no lo sabía. Sin embargo, no quería dar el brazo a torcer en aquella discución.

"Creo que estamos perdiendo el tiempo, mamá. Debemos apresurarnos.", se dirigió a su madre mientras la tomaba del brazo.
"Charlie, no seas tan maleducado. Despídete de tan amable muchacho.", lo regañó su madre. "Hasta luego, joven. Ha sido muy amable.", se despidió Sarah con una amplia sonrisa.
"Si, hasta luego.", la siguió Charlie de muy mala gana.

Ambos esperaron la respuesta del muchacho y luego siguieron su camino, tratando de averiguar el camino hacia las oficinas que debían visitar.

Off: Cerrás vos??

Off: Sí... Después de mi posteo confirma que no querés continuar posteando y cerramos...

"Veo que te han contado muchas historias de hadas, muchacho. La realidad es bastante diferente.", agregó al comentario del gordo.

James odiaba que la gente creyera en finales felices, en que el destino iba a solucionar cualquier problema que tengas en la vida. Era una visión de personas resignadas, sin intenciones de participar activamente de su destino. James creía que cada uno forjaba su destino, y si para hacerlo debía recurrir a caminos oscuros, él estaba dispuesto a hacerlo.
El Cooper escuchó las despedidas de ambos para luego saludarlos.

"No ha sido nada, señora. Siempre será un honor para mí ayudar a futuros magos.", mintió James con su habitual y efectiva falsedad.

El joven se alejó varios metros de la pareja para seguir esperando a su padre.

Off: Cerrado!!!