Una 'buena' para el pequeño Cooper

Era una cálida mañana del mes de Agosto. La familia Cooper se había levantado tarde en la mañana, porque la mayoría de sus miembros se encontraba de vacaciones. Este sería el primer año de Ethan en Durmstrang, y estaba muy entusiasmado. Odiaba la idea de ver a su padre más seguido, ya que cuando las clases comenzaban el director vivía gran parte de la semana en el recinto. Sin embargo, dejaría aquella aburrida y sombría mansión para aprender a manipular su gran talento.
Ethan se dirigió aquella mañana al gran comedor. Cuando abrió las grandes puertas, cayó en la cuenta de que no sería un desayuno tranquilo. Muchos de sus primos, que también se encontraban en receso escolar, estaban desayunando en ese mismo momento. Los que ya tenían la edad apropiada, asistían al colegio escandinavo. No había ningún Cooper que no lo hiciera, por lo tanto Ethan ya estaba inscripto en esa escuela desde el día de su nacimiento. El chico se acercó al sector de la mesa donde su núcleo familiar se sentaba habitualmente. El muchacho se sentó junto a su madre que ya había comenzado a desayunar.

"Buenos días, Ethan", lo saludó su Kate con afecto.
"Buenos días, mamá.", le devolvió la bienvenida con una amplia sonrisa.

No sentía la necesidad de conversar aquella mañana. Ethan era un chico de pocas palabras y muy reservado, pero no con su madre. Pero aquella mañana era una excepción. No quería hablar con nadie. Continuó preparando su desayuno sin pronunciar palabra alguna.

Jack se había levantado bastante tarde aquella mañana. Estaba de vacaciones pero debía terminar los preparativos para el inicio de clases en el colegio que él dirigía. Se levantó de la cama y cayó en la cuenta que su esposa no se encontraba. Seguramente ya se encontraba en el comedor del castillo desayunando con el resto de la familia.
El director se levantó, tomó una de sus batas y la poso sobre sus hombros. Al llegar al comedor vio que su esposa y uno de sus hijos ya se encontraban allí. Se sentó junto a Kate y tomó su taza para servirse un té.

"Buenos días.", dijo simulando una amplia sonrisa. "Tengo mucho que hacer en estos días, Kate. No creo que pueda llevar a Ethan a comprar los útiles necesarios para Durmstrang.", agregó luego de tomar unas tostadas de la panera.

"Tampoco cuenten conmigo en esta semana.", dijo James que acababa de llegar al gran comedor.

James estaba de vacaciones del colegio, pero había organizado varias salidas con sus compañeros de Durmstrang.

"No iba a hacerlo, James. Nunca estás en casa en las vacaciones.", contestó su madre entre regaños. "Podrías ayudarme alguna vez con las tareas domésticas."
"¿Ir al Callejón Diagon con aquel troglodita?", preguntó el chico señalando a Ethan.
"¡Deja de llamarlo así!", le dijo Kate enojada. "Por favor Jack, dile algo.", se dirigió a su esposo ya que Jack tenía más autoridad sobre el joven.

Ya casi había terminado de preparar su desayuno, cuando su padre se sentó en la mesa. Ethan contestó a su saludo con un simple movimiento de la cabeza. Lo que dijo a continuación Jack le alegró un poco la mañana. Generalmente, era su padre el que acompañaba a James a comprar lo necesario para el dictado de clases. Sin embargo, aquel año no sería capaz de hacerlo.
Al pequeño le había llamado rotundamente la atención que solamente nombrara a Ethan, cuando también tenía que acompañar a James.
Su hermano apareció de repente acotando un cometario luego del de su padre. Decía que tampoco lo tengan en cuenta a él para hacer las compras pertinentes. Kate le dijo a su hijo mayor que podría ayudarla alguna vez con los deberes del hogar. James insultó a Ethan en su respuesta, haciendo que su madre lo retara y acudiera a Jack para que también lo hiciera.

"Deja, madre. Estoy acostumbrado.", dijo Ethan con una gran sonrisa que desconcertaba a todos.

A pesar de lo que le dijera su hermano, la felicidad que sentía por la buena noticia no iba a abandonarlo fácilmente.

"No te preocupes, Ethan. Irás conmigo.", dijo su madre, que era lo que justo quería el muchacho.

Había estado imaginándose todo el día anterior, el calvario que sería ir al Callejón Diagon con su padre. Pero ahora, por fortuna, no tenía que vivirlo.
Cuando Ethan volvió a su taza de cereales escuchó como se abrían las grandes ventanas superiores del gran salón para dejar entrar las lechuzas con la correspondencia. Varios de los Cooper compraban su propio periódico porque no les gustaba compartirlo con sus familiares. Es por eso que eran varias las aves que entraban al comedor diariamente. El muchacho no levantó la vista ya que nunca había recibido correspondencia. Sin embargo, aquel día era distinto. Una gran lechuza color café se posó frente a él, clavándole la mirada. El frente del sobre confirmaba que la carta había sido dirigida a él. Ethan vio que su madre se había dado cuenta de aquel acontecimiento y miró a Jack para ver si este también lo había hecho.
El pequeño tomó el sobre y vio en el sello de la carta un escudo fácilmente reconocible. El escudo de Hogwarts. Ethan abrió el sobre nerviosamente y comenzó a leer la carta para sus adentros.